Había caído.
Me había roto.
Dormí.
Pero el sueño reparador no me encontró, las pesadillas sí.
Pesadillas de traición familiar, mentiras viciosas y por qué había olvidado cómo confiar.
Me hundía en horrores y recordatorios.
Mis pecados se deslizaban desde la oscuridad para merodear y burlarse, revelando cuán lejos había llegado para librar la guerra contra aquellos que me habían engañado.
Tenía las manos manchadas de sangre.
Venganza sobre mi alma.
Y ahora Eleanor tenía la mala suerte de haber atrapado mi corazón.
Esto no terminará bien ...
***
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