Sully Sinclair utilizaba máscaras y una moralidad turbia para ocultar quién era realmente. Nuestro primer encuentro lo pintó como el villano, el procurador de mujeres y el despiadado magnate de sus Goddess Isles.
Sin embargo, día a día, chispa a chispa, sus máscaras se deslizaban, una por una, revelando que no era una lunática por enamorarme perdidamente de un monstruo así. Estaba justificada porque él era digno.
Quería luchar por eso. Para darle eso. Dármelo a mí.
Pero... todas las cosas por las que valía la pena luchar exigían dolor.
Dolor que a veces costaba demasiado.
Ojalá hubiéramos sido inmunes a tal prueba.
Deseé que Sully fuera hijo único.
Deseé que no tuviera un hermano llamado Drake Sinclair.
Mientras que Sully usaba maldad para ocultar su decencia, Drake usaba decencia para ocultar su maldad. Él era Satanás caminando entre diosas. Lucifer sin redención. Pura maldad en el paraíso de Sully.
¿Y qué era peor?
Lo había arruinado todo.
La chispa, el vínculo, el felices para siempre.
Sully me hacía volver a la vida.
Drake me hacía querer morir.
Robó todo.
Mató todo.
Él … nos asesinó.
***
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