-->

viernes, 16 de julio de 2021

FIFTH A FURY - CAPÍTULO 28




Durante cinco días, pasé por todas las etapas del dolor.

Cada hora, minuciosamente, corrí por el desafío de la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación.

Fue agotador.

Fue catártico.

Fue una rueda trituradora sin fin.

La negación venía mientras me sentaba con las piernas cruzadas en la cama de Sully, salvaguardando su quieta y silenciosa forma, negándome a aceptar su inconsciencia. Ponía los ojos en blanco. Esto no puede ser verdad. Cerraba los puños con rabia. ¡Cómo te atreves a dejarme! Me sentaba a negociar con un demonio imaginario y le prometía todo lo que tenía y todo lo que no. Por favor, déjalo abrir los ojos.

Me sentaba y miraba al hombre que amaba, sin apartar la mirada de su hermoso rostro, deseando que jadeara con alerta y sonriera con posesión, solo para sufrir un estrés y una rabia incurables.

La depresión comenzó cuando las estrellas salieron y la luna titiló.

Salía de la villa y corría.

Pika revoloteaba a mi lado, y Skittles se aferraba a mi de por vida, y yo me esforcé hasta que caí de rodillas sobre la arena.

Y allí, rodeada de la jungla bien cuidada y el canto de las cigarras, gritaba.

Gritaba hasta que cada gramo de dolor dejaba de infectarme. Lloraba hasta que esa misteriosa calma se apoderaba de mi y tenía la fuerza para regresar a su villa con la aceptación de esta tragedia y me quedaba dormida a su lado.

Durante cinco días, había sido una repetición del anterior.

Louise me permitió perderme en mis emociones y el Dr. Campbell se mantuvo a distancia. Pika protegía a Sully cuando no podía, y Skittles me protegía cuando necesitaba su dulce presencia.

Pero para el sexto día, ya había tenido suficiente.

No podía seguir matándome de esta manera.

Seguir viviendo de esta manera.

Necesitaba hacer algo. Cualquier cosa. Y salvar a Sully de las órdenes de allanamiento de la policía y salvar a las chicas en su propiedad era un pasatiempo digno.

Sully ya no me necesitaba.

Ni siquiera sabía que yo estaba allí.

Yo era innecesaria.

Yo era libre.

Libre para destruir su dinastía una diosa a la vez.


*****


Salí temprano de la villa de Sully y caminé descalza hasta mi antiguo hogar en la playa.

Entré al espacio donde Sully me había follado en la ducha y sobre el lavabo, la violencia de sus mentiras aún rondaba en el aire cuando me envió lejos.

Abracé esa violencia y pasión mientras colocaba a Skittles sobre las bolas de algodón del tocador, y Pika elegía una percha sobre el grifo.

Cuando encendí la ducha, sentí que Sully todavía estaba aquí, y mantuve los ojos cerrados mientras el agua corría sobre mí, recordando su toque agresivo, su beso posesivo, el hambre en cada una de sus miradas.

Lo extrañaba.

Lo deseaba.

Pero sobre todo... lo quería de vuelta.

Incluso si su memoria se borraba y ya no me amaba. Incluso si me enviaba lejos de nuevo, podría existir en un mundo en el que Sully sobreviviera incluso si no estábamos juntos.

Terminé mi ducha, la primera en mucho tiempo, y me vestí con ropa hecha para una mujer en lugar de camisas hechas para un hombre. Me cepillé el cabello deshaciendo los mechones y nudos que constantemente se habían estado formando en rastas mientras lloraba la quietud de Sully, poniéndome un vestido gris con dobladillo y escote negro, y me apliqué kohl en los ojos.

Solo una vez que ya no lucía una criatura arrastrada desde el fondo del mar, volví a colocar a Skittles en mi hombro y le di la bienvenida a Pika para que volara a mi lado hasta la consulta del Dr. Campbell.

Al entrar, inhalando antisépticos y medicinas, me preparé para ir a la guerra contra Calvin Moor.

No era ningún secreto que no éramos mejores amigos. La tregua que me había dado, la última vez que estuvimos en el consultorio del Dr. Campbell antes de que Drake nos tomará a Sully y a mí, se había dado con genuina generosidad.

¿Se mantendría eso cuando supiera lo que quería hacer?

La puerta de interconexión a las habitaciones de los pacientes se abrió de repente, revelando al mismo hombre al que había venido a ver. Tumbado en una cama, con el ceño fruncido con molestia, Calvin resplandecía de salud, el estado exacto que deseaba que Sully pudiera estar.

El hombre que lo movía, un local de Indonesia con el cabello largo y negro atado en un moño y los ojos inteligentes se congeló. — Ah, debes ser la señorita Grace. —

Calvin se puso rígido en su cama, apoyado en almohadas y la frustración flotando sobre él. — Jinx... ¿qué diablos estás haciendo aquí? —

— Yo... — miré entre los dos hombres. ¿Qué había interrumpido? — En realidad he venido a verte. —

— Ojalá hubieras esperado hasta mañana, entonces no hubieras visto mi jodida vergüenza por ser movido como un inválido. —

— Tu no eres un inválido, señor. Te estás recuperando de varios disparos... —

— Estaba listo para dejar este lugar hace una semana. Fuiste tú y Campbell quienes formaron una conspiración contra mí y cerraron las puertas que me mantienen aquí en contra de mi voluntad. —

— Etti solo estaba siguiendo mis órdenes, — murmuró el Dr. Campbell mientras los seguía a través de la puerta. — Ah, Eleanor. Qué placer. — Su rostro decayó. — ¿Sinclair está bien? ¿Los médicos de Ginebra lo tienen bajo control? —

Cal nunca apartó la mirada de mí cuando me estremecí. No pude evitarlo. El nombre de Sully era un detonante para mí. Un disparo fatal a mi corazón. — Él es estable. —

— ¿No hay mejoría entonces? — Campbell preguntó gentilmente.

— No. — Suspiré y me preparé de nuevo. — Vine a hablar con Cal. No puede esperar. —

Cal sonrió. — Finalmente me van a llevar a mi villa. Soy libre de este lugar lleno de lejía y los pitidos de las malditas máquinas. —

Podía entender su aversión hacia los pitidos. Estaba formando mi propia relación de amor-odio con el que anunciaba el corazón defectuoso de Sully.

El indonesio me tendió la mano. — Soy Etti. Soy veterinario, pero mis pacientes han tenido dos patas recientemente. —

Le estreché la mano. — Estabas en Serigala... —

Hizo una mueca. — Lo estaba. Pero fui uno de los pocos afortunados y muy agradecido cuando Jim pidió mi ayuda. —

Miré al Dr. Campbell. — ¿Cómo esta Jealousy? —

Cal se puso rígido. Una inhalación apenas perceptible.

El Dr. Campbell asintió con calma profesional. — Igual que Sully. Estable y durmiendo. —

— ¿Está mostrando signos de despertar? —

— Aún no. —

Parecía que todos estaban atrapados en esta isla.

Yo estaba atrapada en un círculo sin fin.

Sully estaba atrapado en una prisión en su mente.

Jealousy estaba atrapada en un sueño interminable.

Y Cal estaba atrapado en una cama hasta que se curara.

Pero había vidas en juego que no necesitaban estar atrapadas.

Chicas que habían sido compradas por el pecado y que habían estado viviendo en secreto durante las últimas dos semanas en Lebah. Diosas que tenían que ser liberadas antes de que la policía regresara con una orden judicial, sin importar si Sully se despertaba a enfrentar sus crímenes o no.

— Miren, ustedes pueden discutir temas felices, pero yo me voy. Necesito estar afuera, ahora mismo. — Cal se quitó la sábana encima de su cuerpo y balanceó las piernas hasta el borde de la cama. — Puedo caminar. —

El Dr. Campbell gimió como si hubiera terminado de tener esta pelea con Calvin. — Como dije tantas malditas veces antes, sí, te sientes mejor, y sí, tu sistema se está curando, pero si te excedes, solo retrocederás. —

— No voy a correr un triatlón, Doc. Solo quiero caminar por la playa y sentarme al sol un rato. — Su voz estaba tensa. — Yo... ya no puedo estar aquí. —

— El hecho de que te permita incluso regresar a tu villa y alejarte de la atención de urgencia está superando mis límites, Cal. No deberías caminar a ningún lado. Tus pulmones sufrieron... —

— Uno fue perforado, lo sé. Soy consciente. — Cal me lanzó una mirada. — Jinx aquí me doblegará si me excedo. ¿No es así, Jinx? —

Tragué saliva, siendo inmovilizada por tres hombres. — ¿Eh, seguro? —

— Bien. — Cal se levantó de la cama y estuvo a punto de caer de rodillas.

— Por el amor de Dios, Moor. — El Dr. Campbell extendió la mano para atraparlo, pero Cal lo apartó. — Estoy bien. Déjame recuperar mi fuerza de nuevo, Doc. Solo... déjame en paz. Cuida de Jess y mantenla viva. Si te necesito, Jinx vendrá corriendo. — Frunció el ceño en mi dirección. — Ahora vámonos. —

Me quedé en silencio mientras Cal avanzaba arrastrando los pies hacia la salida principal.

El Dr. Campbell puso los ojos en blanco detrás de unas gafas manchadas y Etti resopló. Ambos hombres se rindieron con su obstinado paciente y lo dejaron bajo mi cuidado. — Si se desmaya, ven a buscarnos. —

—Oh no. De ninguna manera. — Los latidos de mi corazón se volvieron desagradables. — No puedo ser responsable de la existencia de otro hombre. Si crees que debería quedarse, entonces debería... —

— No me voy a quedar, maldita sea. Necesito aire fresco. — ladró Cal, alcanzando la puerta y halándola. — Ven o no, la elección es tuya, Jinx. —

El Dr. Campbell me apretó el bíceps. — Es fuerte, Eleanor. No morirá a tu cargo, te lo prometo. Puede que se canse y se quede dormido por esforzarse demasiado pronto, pero es demasiado idiota para morir. — El sonrió con suficiencia. — Me temo que se parece a su jefe. —

Sonreí débilmente. — Entonces, ¿por qué no se ha despertado su jefe? —

— Lo hará. — Dejó caer su mano. Sonriendo a Pika y Skittles, que habían sido mis sombras constantes, agregó, — Ahora, yo seguiría a ese hombre terco antes de que desaparezca en alguna parte de la isla. —

Seguí su consejo, salí de la consulta esterilizada y aceleré el paso para ponerme alcanzarlo. Sin embargo, Cal no había llegado muy lejos.

Sus pesados pasos eran perforados con una respiración pesada mientras navegaba por los escalones desde la pasarela de la de los árboles de copa del segundo piso y hundía los pies descalzos en la arena calentada por el sol.

Él gimió.

Inclinó la cabeza hacia adelante y su sencillo atuendo de camiseta blanca y pantalones de chándal grises se estremeció cuando se liberó de la consulta medica. — Finalmente. —

Me quedé en silencio mientras arrastraba su masa en curación hacia adelante y se dirigía lentamente a la playa.

Pika se interpuso entre nosotros, graznando con impaciencia y casi incitando a Cal para que deambulara más rápido. Skittles mostró más decoro, simplemente mirando al amigo y empleado de Sully como si supiera cómo se sentía al verse obstaculizado por un cuerpo que no se había curado del todo.

Pasó media hora mientras caminábamos en silencio.

Cuando el mar finalmente apareció a la vista y Cal cayó de culo sobre la arena, su rostro brillaba de sudor y su camiseta se volvió transparente por la tensión.

Sentándome a su lado, dejé que recuperará el aliento antes de preguntarle en voz baja, — ¿Estás bien? —

Apretó los dientes y se reclinó hasta los codos, hundiéndolos en la arena para incorporarse. — Puedes preguntarme eso una vez y solo una vez. Estoy bien. Estoy sin aliento y enojado por mi falta de resistencia, pero estoy bien. —

—Okey. — Metí la mano en los gránulos blandos, tratando de averiguar cómo empezar. Él podría estar cansado de una larga caminata antes de que su cuerpo se curara, pero yo estaba mental y espiritualmente exhausta por la cuerda floja de vida y muerte en la que estaba Sully.

No tenía energía para una pelea.

Deseaba que Jess estuviera despierta. Ella era fuerte y parecía tener un vínculo con Cal. Ella podría haber peleado en mi nombre y evitar más animosidad entre nosotros.

— Entonces... ¿lo mató? — preguntó.

— ¿Perdón? —

— ¿Sullivan mató a su hermano? —

Hice una mueca, recordando a la criatura babeante y con muerte cerebral en Ginebra, pero luego el orgullo mórbido se crispó en mis labios. — ¿Me creerías si te dijera que los dos matamos a Drake? —

Su ceja se elevó, su mirada brillando con respeto. — Y esa es una historia para otro día. — Él hizo una mueca y se reposicionó. — Quiero una cerveza en mi mano y que ustedes dos me llenen con cada espantoso detalle. —

Mi sonrisa se desvaneció.

Me encorvé.

Yo también quería eso.

Daría cualquier cosa por que Sully se despertará y compartiera una cerveza con su amigo.

— ¿Cómo está Sinclair? — Cal preguntó en voz baja, volviendo su mirada verde hacia la marea perfecta como un espejo. Sol con lentejuelas en la parte superior, reflejando oro sobre turquesa y prometiendo un refrescante enjuague de la humedad que se había deslizado por mi columna y escote.

Suspirando profundamente, maldije la repentina presión de las lágrimas.

No.

No te atrevas.

Clavé mis dedos en mis ojos, conteniendo tal debilidad. No lloraría. No frente a él. No mostraría debilidad porque si mostraba una sola pizca de vulnerabilidad, Cal nunca me ayudaría.

Pika aterrizó ante nosotros, picoteando una bonita concha rosa.

— Está bien, sabes. No te haré daño. Somos amigos, ¿recuerdas? — Me lanzó una rápida sonrisa. — Si no quieres hablar de Sullivan, entonces ¿por qué me buscaste? —

Tragué la humedad en mi garganta y enderecé mi espalda.

— Permíteme hablar sin interrumpirme primero. —

Él frunció el ceño. — ¿Por qué? —

— Solo... déjame hablar, y entonces puedes gritarme, ¿de acuerdo? —

Apretó la mandíbula. — Bien. — Mirando de nuevo al mar, agregó, — No abriré la boca hasta que hayas terminado. —

— Gracias. — Pasando ambas manos por mi cabello secado por el sol, respiré hondo y me apresuré, — Estoy segura que sabes que la policía estuvo aquí. Lo más probable es que sepas mucho más sobre su visita que yo, ya que estuvieron aquí durante días antes de que regresáramos. —

Me lanzó una mirada pero no me interrumpió.

— Cuando vinieron a ver a Sully, mencionaron que sospechaban de sus negocios aquí y que iban a regresar con una orden de registro. Estoy... — Miré hacia la playa y acaricié las plumas verdes de Skittles mientras ella bajaba por mi brazo y se posaba en mi rodilla. — Sully podría despertarse mañana o no volver a abrir los ojos nunca más. De cualquier manera, su negocio y sus registros no pueden estar aquí cuando vuelva la policía. Y... ¿las diosas? Bueno, necesitan ser liberadas. Tienen que irse a casa y el acceso a todos los huéspedes revocado. Drake robó lo último del elixir, así que al menos eso desapareció, pero Euphoria ya no debería usarse contra participantes que no son voluntarios. Esas chicas… —

— Deberían ser libres. — Cal se humedeció los labios, con la mirada aún clavada en el mar.

Dejé que el silencio coloreara el espacio entre nosotros por un momento antes de finalmente preguntar, — ¿Me ayudarás o me lo impedirás? —

Se sentó, la arena caía en cascada de sus codos. Frotándose el pecho, hizo una mueca de dolor por sus heridas. — Sucede de que no eres la primera en pedirme que las liberé. —

— ¿Qué? — Me senté tan rápido que Skittles se deslizó de mi rodilla y se dejó caer en la arena. Ella trino en queja, alejándose para mirar el caparazón que Pika todavía husmeaba. — ¿Qué quieres decir? —

— Quiero decir, que cuando Sinclair se fue para traerte de regreso, me llamó. Dijo que no creía que lo lograría, y como último deseo de un moribundo, quería que liberara a las chicas, quemara Euphoria hasta sus cimientos y destruyera todos los aspectos de su Imperio de Diosas. —

Me quedé helada.

Tantas cosas me llenaron a la vez.

Adoración.

Condenación.

Dolor.

— ¿Él... él no pensó que sobreviviría? Sin embargo, vino por mí... ¿sabiendo eso? —

— Es un hombre enamorado. — Cal resopló. — Y los hombres enamorados hacen cosas estúpidas. —

Me estremecí. — ¿Me odias? ¿Por ser responsable de que esté flotando sobre la muerte? —

Su cabeza golpeó la mía. — ¿Qué? No te odio, Jinx. Para nada. Mierda. —

Mi corazón se elevó ante la honestidad en su rostro. — Pero... has sido tan frío conmigo. Parecías despreciar mi presencia e hiciste todo lo posible para detener a Sully de... —

— Sólo porque él me lo pidió. —

Este era un día de golpes.

Me sentí golpeada. Como si su voz fueran puños, entregando golpe tras golpe. — ¿Te pidió que me mantuvieras alejada de él? —

— Me hizo prometer que nunca dejaría que se enamorara de nadie. Que no podría sobrevivir a eso. Que haría cosas de las que se arrepentiría y probablemente terminaría matando a la persona de la que se había enamorado o matándose a sí mismo. — Él suspiró. — Parece que tenía razón. —

Un dolor de cabeza se formó junto con un dolor en el corazón aún más profundo. — ¿Cuándo... cuándo te pidió esto? —

— Tenía veintitantos años. Acaba de matar a sus padres. Su confianza estaba en su punto más bajo. Había hecho la guerra con los animales de prueba que eran liberados y se había ahogado en el trabajo. Un día, rescató una jaula de gatos que se había utilizado para probar laxantes de todas las cosas. Los pobres no paraban de vomitar ni de cagar hasta las tripas. Los estabilizó. Se apegó. Recayeron y los veterinarios le dijeron que era su elección vivir o morir. No lo creyó y les administró uno de sus propios medicamentos que había demostrado ser prometedor en cuanto a rejuvenecimiento rápido. —

— ¿Qué pasó? —

— Ellos sufrieron una hemorragia, murieron una muerte desordenada y miserable, y supongo que simplemente se rompió. Volvió esa noche cubierto de sangre. Sangre de quién, no lo sé, pero fue el comienzo de su nueva cruzada en librar guerras, no solo en los tribunales con los abogados, sino en una venganza viciosa y violenta. Se emborrachó y me hizo jurar que nunca le dejaría acercarse a nada. — El se encogió de hombros. — Yo se lo prometí. Y he hecho todo lo posible desde entonces. —

Mirándome, medio sonrió. — La cosa es... lo conozco, y sé que lo afectaste desde el momento en que llegó. Sus escudos se hicieron añicos. Estaba dolido. Yo no quería que él sufriera, así que hice lo que me había pedido, incluso si me maldecía por interponerme en el camino. Pero... — Suspiró, frotándose el pecho de nuevo. — Tienes que entender, nunca fue personal. Me gustas. Cuando me dijo que llamara al huésped esa tarde... que estabas dispuesta a servir en Euphoria, supe que estaba fanfarroneando. No había una maldita manera de que pudiera lastimarte tanto. No después de que se había enamorado tanto de ti. Pensé que se trataba más de lastimarse a sí mismo, así que le di espacio. Mantuve a las diosas en sus villas y a los huéspedes lejos de allí para que ustedes pudieran resolver las cosas. —

Tosió e hizo una mueca. — Por cierto, de nada por eso. —

No podía moverme.

O parpadear.

O hablar.

Cal no era mi enemigo.

El era solo un amigo.

Un amigo leal y servicial que siempre defendería la espalda de Sully.

Haría cualquier cosa por él porque Cal era la única familia que Sully había tenido de verdad. La única persona en la que podía confiar... hasta que llegué yo.

Algo encajó en su lugar dentro de mí.

El afecto surgió de la cautela, y me volví hacia Cal con profundo respeto, pero también con una buena dosis de sospecha. Una risa un poco loca salió de mis labios. — Ahora que tu secreto ha salido a la luz y no eres tan idiota, después de todo. Déjame adivinar... ¿ya liberaste a las diosas? Aquí estoy, lista para ir a la guerra contigo, y ya has hecho lo que Sully pidió. —

El sonrió con suficiencia. — ¿Crees que me has descifrado, eh?—

— Creo que lo amas y honrarías el último deseo de un hombre moribundo. —

Levantó la mano con una expresión de horror fingida en el rostro. — No estoy enamorado del bastardo si eso es lo que estas insinuando. — Suspiró dramáticamente, casi como si el teatro pudiera ocultar la verdad. — Estoy completamente interesado en alguien más. Tú y yo tenemos mucho en común actualmente, Jinx. —

Me quedé helada.

Quién...

Sus ojos brillaron. — De hecho, sé exactamente cómo te sientes. La ira hacia ellos por simplemente yacer allí. La impotencia de no poder despertarlos. — Parpadeó como si no hubiera querido decir esas cosas.

Oh, Dios mío.

Jealousy.

Está enamorado de Jess.

Imágenes de ellos caminando juntos. Su brazo colgando sobre su hombro. Su febril necesidad de quedarse más de cuatro años. Su lealtad a esta isla y su deseo de hacer felices a todos.

¿Cuánto tiempo?

¿Cómo no lo vi?

— Jess... —

Se aclaró la garganta. — Si, bueno. Son los primeros días, pero... joder. —

Cogí su mano, mi dolor creció hasta abarcar el suyo.

Teníamos cosas en común.

Tantas cosas dolorosas.

— Ella se despertará. Ya lo verás. —

Retiró su mano de la mía, mirando al océano con el ceño fruncido. — Ese bastardo le disparó en el útero. Campbell tuvo que hacerle una histerectomía completa. Ni siquiera sabe si ella podrá tener relaciones sexuales sin dolor. —

— Lo siento mucho… —

— Ni siquiera habíamos llegado a esa parte. Cristo, olvida que dije algo. — Su rostro se convirtió en piedra. — Y para responder tu pregunta, no, no las he liberado. Aún no. Durante la última semana intenté salir de ese infierno de hospital, pero Campbell y sus secuaces me mantuvieron encerrado. —

Haciendo un gesto hacía su pecho donde un resuello sonó y su vitalidad se desvaneció, agregó, — No estoy a toda velocidad. Para liberar a cinco chicas... necesito ayuda. —

Me puse de rodillas en un repentino rocío de arena. — Te ayudare. Haré lo que necesites. Quemaré todos los archivos de Sully. Limpiaré todos sus discos duros. Asesinaré a cualquier futuro huésped que ponga un pie en esta isla esperando que una diosa les sirva. Y luego, te ayudaré a despertar a Jess. —

Él asintió con la cabeza, su energía decayendo rápidamente.

— Ahora tienes gusto por matar, ¿eh? —

Puse los ojos en blanco. — Sabes a lo que me refiero. —

— Los pobres huéspedes ya no podrán permitirse sus fantasías. —

— Ellos no son de mi incumbencia. Sully, Jess y las diosas lo son. —

— ¿Está mostrando algún signo de despertarse? —

Apagué mi dolor. — Todavía no, pero estoy segura de que tanto él como Jess abrirán los ojos al azar muy pronto. Si no lo hacen, los haré... solo mira si no lo hago. —

Sus hombros cayeron. — No estoy seguro de que puedas crear milagros, Jinx. —

— Hice a Sully más feliz, ¿no? —

Me miró, riendo una vez. — Lo hiciste. Pero... eso no te ha hecho muy feliz, ¿verdad? —

— Lo hará... cuando esté despierto. —

— Y quieres mantenerte ocupada mientras esperas. — Apretó la parte de atrás de su cuello. — Lo entiendo. — Rodando los hombros como si estuviera convocando una energía que no tenía, murmuró, — Bien. — Extendiendo la mano, agregó, —Ayúdame a ponerme de pie y limpiaremos este desastre. Quizás ambos se despierten si cambiamos el mundo al que regresarán.—

Tomando su seco agarre, levanté su pesadez. Pika revoloteó hasta mi hombro, y Skittles chilló para que la levantara.

Cal avanzó pesadamente hacia la oficina de Sully.

Y lo seguí con dos cacatúas.

El propósito me dio esperanza.

La acción me dio fuerzas.

Y juntos, podríamos, posiblemente, con suerte, tal vez, salvar más de cinco vidas.

Podríamos traer de vuelta a dos personas que adorábamos.

Podríamos convertir Goddess Isles, un lugar de libertinaje y dominación, en una segunda y mágica oportunidad.


***


Siguiente Capítulo --->


No hay comentarios:

Publicar un comentario