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martes, 16 de agosto de 2022

SULLY'S FANTASY - CAPÍTULO 6




— Entonces, ¿como exactamente conseguiste que esa asombrosa criatura se enamorara de ti? —

Le di un puñetazo a Jethro en el brazo cuando salíamos del salón de baile y nos metíamos en una sala de estar más tranquila. — ¿Estás diciendo que no soy adorable? —

— Estoy diciendo que tu no bajas la guardia exactamente. — Mi viejo amigo sonrió. — ¿Qué ha sido, Sully? Más de una década de amistad y nunca has estado involucrado con alguien. —

— Estaba demasiado ocupado. —

— Sin excusas. — Se cruzó de brazos.

— No puedes hablar. Nunca tuviste nada serio hasta Nila. —

— Eso es porque no podía acercarme a nadie más que a mi hermano Kes. — Él se estremeció como si la muerte de su hermano fuera aún nueva y estuviera sangrando. En cierto modo, lo estaba. No importaba cuántos años pasaran, dudaba que Jethro superara la muerte de su hermano mediano. No le importaba la muerte de su hermano menor, principalmente porque se lo merecía. Al igual que el fin de su padre estuvo justificado.

Al igual que mi propia familia merecía ser sacrificada.

Me pregunto qué diría si le contara lo que le he había hecho a mi hermano. ¿Cómo le había roto la cabeza antes de que Eleanor acabara con su cuerpo? ¿Cómo celebré su fallecimiento en lugar de llorarlo?

— ¿Cómo va eso, por cierto? — Vi un carrito de bar y me serví el coñac de alta gama en el decantador. Sirviéndome un vaso, le pasé uno a Jethro.

Asintió con la cabeza mientras lo aceptaba y tomaba un sorbo. — Como dije en nuestras conversaciones, no puedo explicarlo.— El se encogió de hombros. — Para empezar, tenía demasiadas influencias sobre mí. Pero cuanto más nos acercábamos Nila y yo, más no podía negar que encontraba la paz con ella. Paz que fue mucho más eficaz que cualquier producto químico. —

— Me alegro. — Bebí un sorbo del rico licor. — Dejarme sin trabajo. —

— Escuché un rumor de que está siendo nominado para un Premio Nobel de la Paz por la droga que detuvo esa pandemia que se estaba gestando. —

Me rasqué la mandíbula, deseando poder quitarme la máscara pero aceptando el ritual del baile de mascaras. — No fue nada especial. Solo apuntamos a la cepa del virus y la probamos con anticuerpos ya conocidos, luego la mutamos para el virus actual. No era ciencia espacial. —

— Para ti, quizás. — Jethro terminó su bebida, colocando el vaso en una mesa auxiliar. — Y soy plenamente consciente de que has cambiado de tema. Olvidas lo que soy, Sinclair. Sé que ha pasado una eternidad desde que nos vimos en persona, pero recuerdo cómo te sentías en ese entonces, y es completamente diferente a cómo te sientes ahora. —

Si no supiera ni entendiera la condición de Jethro, lo miraría con sospecha por tal comentario. Lo único era que, había demostrado categórica y científicamente que lo que Jethro percibía no era una tontería, sino un sentido del instinto intensificado al que no todos los humanos tenían acceso.

En su caso, él no pudo apagarlo.

— ¿Cómo me sentía en ese entonces? — Terminé mi bebida, mirando por encima del hombro hacia el lugar donde la música provenía del salón de baile. ¿Estaba Eleanor a salvo? Sabía que Radcliffe la seguiría y la mantendría protegida mientras estaba lejos de mí, pero tenía que admitir que odiaba estar separado de ella.

— Eras... frío. — Jethro se paseaba junto a la chimenea. —Analítico. Ningún indicio de sentimientos solo... cálculos. Un cerebro que anulaba cualquier emoción y te dejaba sin entusiasmo por nada y cabreado con todo. —

— Eso suena correcto. —

— Pero ahora, tú… — Él ladeó la cabeza, mirándome. — Estás ansioso en este momento porque estás lejos de ella, pero cuando ella estaba a tu lado... — Él se rio entre dientes. — Eras un bastardo cachondo además de posesivo y protector. Tu estabas feliz. —

— Tener una esposa le hace eso a un hombre. —

—No, tener la esposa perfecta hace eso. — Jethro se aclaró la garganta. — Nila me salvó con tanta seguridad como tú me salvaste en mi juventud. Me ayudaste a adormecerme a cosas que no podía controlar, y ella me ayudó a superarlo. — Se aclaró la garganta. — Quiero llegar a conocer a Eleanor, Sullivan. ¿Te quedarás a desayunar mañana? ¿Sólo nosotros cuatro? —

Asenti. — Por supuesto. —

— Y tal vez ella pueda responder a mi pregunta. —

— ¿Que pregunta? —

— La que te hice antes. Cómo la engañaste para que se enamorara de ti. — Se rio mientras yo fruncía el ceño.

— ¿De verdad quieres saber? — Sonreí, probando la verdad en mi lengua. Nadie fuera de Cal y Jess y mi leal personal sabía acerca de mi compra por Eleanor. Aparte de ese bastardo de Q que me había amenazado una semana antes de nuestra boda, por supuesto.

Algo así debería permanecer en secreto, pero Jethro tenía el suyo y... yo confiaba en él.

— Yo la compré. — Mantuve un ojo vigilante sobre él. — La compré, la atrapé y supe al instante que era mía. Por suerte para mí, ella sintió lo mismo. —

— ¿Qué tan rápido la liberaste? —

— Cuando mi hermano vino a matarla. —

La mandíbula de Jethro se tensó, su máscara ocultando el resto de su expresión. — Estoy asumiendo, que ya que Eleanor todavía está viva, que él falló en esa misión? —

— Lo hizo. —

Me estudió por un desconcertante segundo antes de asentir. En esa única mirada, estaba casi seguro de que sabía que Drake estaba muerto y que me alegraba por ello.

— Parece que tenemos mucho de lo que ponernos al día. — Me guio fuera de la habitación. — En el desayuno, tendremos privacidad. Por ahora, permíteme presentarte a un hombre que creo que puede entregar algunos juguetes adicionales para tus invitados en Rapture. —

— ¿Juguetes? —

— Yates. Un Sr. Elder Prest que es muy recomendable. —

— ¿Estás entrando en el negocio de la navegación, Hawk? — Lo seguí, más allá del salón de baile y por el pasillo.

— Quizás. —

Un caballero con esmoquin salió de una sala de estar, casi chocando con nosotros. Jethro intentó presentarnos, pero supuse que era el hombre que había mencionado. Tenía la impaciencia de alguien que quiere estar en otra parte, en lugar de conversar con clientes potenciales.

Como yo.

— Señor Prest, supongo. —

Me miró, su máscara ocultaba su nacionalidad y rasgos.

— Presume correctamente. ¿Y usted es? — Su acento era débil, pero me recordó a una chica euroasiática que compré una vez que vivió la mitad de su vida con su padre en Japón y la otra mitad con su madre en Estados Unidos, antes de que yo la encarcelara, por supuesto.

Me tragué el recuerdo. Ese ya no era yo. No había sido ese hombre durante mucho tiempo. Jethro se movió a mi lado, insinuando que tal vez el rubor de mi pasado había hecho más que solo infectar mi mente, sino también mi apariencia exterior.

Tenía el hábito de sonreír más agudamente y actuar de manera más cruel cada vez que recordaba de lo que era capaz cuando había usado la empatía de una manera que no debería usarse.

— Sully Sinclair, — dije. — ¿Hawk me dijo que está en el negocio de crear yates personalizados? —

—¿Está en el mercado? —

Miré a Jethro, que se quedó a un lado, lo que me permitió dirigir esta conversación a pesar de que, hasta ahora, realmente no había considerado hacer un pedido de alta gama de equipo náutico. Eleanor y yo habíamos discutido muchas formas de brindar experiencias inolvidables a nuestros esposos y esposas con problemas que se hospedaban en Rapture, pero no había ido mucho más lejos de una idea.

Ah, bueno, supongo que ahora podría funcionar. Cuanto antes hablara con él, antes podría reclamar a mi esposa de Nila Hawk y regresar a nuestra habitación en busca de privacidad. — De hecho, si. Soy dueño de algunas islas en el Pacífico y mis clientes están acostumbrados a cierto nivel de lujo. — Sonreí secamente. — Digamos que... me gusta mantenerlos felices. —

Esta vez de forma legal, en lugar de ilegal.

— ¿Entonces buscas embarcaciones más pequeñas? —

— Estoy tras unos cuantos. Largos y pequeños. Si tienes tiempo para discutir. —

Eleanor debería estar aquí.

Rapture era su empresa comercial, no la mía. Ella había sido la que volvió un atolón alquilado en una operación altamente rentable. No quería pasar por encima de ella ordenando ‘juguetes’, como los llamó Jethro, sin su aprobación.

Jethro me tocó el hombro. — Los dejo, caballeros, para que discutan de su negocio. Vendré a buscarte más tarde, Sullivan.—

Asentí con la cabeza mientras desaparecía entre un grupo de mujeres enmascaradas.

Una vez que hice contacto visual con el Sr. Prest, suspiró y me tendió la mano. — Puedo dedicarle diez minutos. —


***

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