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domingo, 4 de septiembre de 2022

SULLY'S FANTASY - CAPÍTULO 12




Eleanor era todas mis debilidades en una.

Su sabor mientras mi lengua entraba en su coño.

Sus gemidos mientras la adoraba.

Sus tirones mientras insertaba dos dedos.

Su olor mientras la empujaba hacia otra liberación.

Toda ella.

Cada maullido, cada sonrisa, cada toque, cada momento tenía el poder de matarme de la mejor manera posible. Moriría feliz si se me permitiera pasar el resto de mi vida aquí de rodillas ante mi exquisita esposa.

Se balanceó entre las enredaderas, la fuerza natural de las enredaderas la sostenía a la altura perfecta para que yo me diera un festín. Retirando mis dedos, planté mis manos en cualquier parte de sus muslos, separándola más.

Gritó mientras las enredaderas tiraban al tiempo que yo empujaba, abriéndola para que pudiera presenciar cada pliegue, brillo y secreto. Su cabeza se inclinó hacia atrás cuando incliné mi cuello y chupé su clítoris.

— Joder, Sully. — Ella sufrió un espasmo mientras lamía mi camino hasta su entrada.

Su gusto era una mezcla de los dos. Una mezcla de placer previo y una prenda carnal de nuestro matrimonio.

— No puedo... soy-yo estoy- — Su voz resonó con dolor y súplicas. — Por favor, Sully. Déjame- —

Metí mi lengua más profundamente en ella, mi nariz enterrada en su clítoris, mi rostro entero entre sus piernas.

Ella no tenía ninguna posibilidad.

La subí y la empujé.

Ella se corrió en mi boca, su orgasmo la sacudió en las enredaderas, una y otra vez cuando su cuerpo se astilló y se hizo añicos.

Me puse de pie antes de que ella terminara, limpiando el resbalón en mi barbilla y el corte de mis caderas entre sus piernas. Mi polla se puso de pie en plena atención mientras me frotaba sobre ella, recogiendo su humedad, provocándonos a los dos.

Ella gimió y luchó por levantar la cabeza, se desplomó y se sació en las enredaderas. Parpadeó con los ojos entrecerrados, mirando donde mi polla nos complacía a los dos.

— Sully... —

— ¿Necesitas algo más? — Presioné más fuerte, haciéndola balancearse, deteniéndola con mis manos en sus pechos. Las conchas y cuentas que cubrían su hermosa carne intentaron ocultar su decencia. Agarrándolos, tiré de ellos por encima de su cabeza, dejándolos caer en una lluvia de joyas desechadas a la cubierta.

Ella se estremeció cuando una cuerda se rompió, esparciendo su contenido y rebotando cuentas a través de los listones de bambú, desapareciendo en el suelo del bosque de abajo.

Nunca se había visto más sublime. Cabello enmarañado café suelto a su alrededor, sus brazos abiertos y atados, su cuerpo desafiando la gravedad a la altura perfecta para que me sumergiera dentro. Me pregunté en qué posición estaban nuestros cuerpos en Hawksridge Hall. ¿La tenía en la cama? ¿En el piso? Si nuestro deseo hubiera hecho que nuestras ataduras se desataran, en cuyo caso ya podríamos estar en el maldito corredor.

Pero no me importaba.

Lo único que me importaba era estar dentro de esta mujer. Una y otra y otra vez.

Empuñándome a mi mismo, la lleve hacia adelante, amando el efecto péndulo de ella atrapada y balanceándose. Se mordió el labio inferior cuando su impulso la devolvió a mí.

Usando la gravedad para hacer mi trabajo, incliné mi polla y esperé a que ella regresara a mí.

Su boca se abrió de par en par mientras se balanceaba directamente sobre mi polla, hundiéndome dentro de ella, insertándose hasta la empuñadura en una roca.

— Santa mierda. — Gemí, mis rodillas se bloquearon contra las bandas de placer disparándose por mis piernas.

Eleanor gimió, su pecho jadeando de puro placer. — Oh, Dios mío. —

Mis uñas se clavaron en sus caderas, atrayéndola con más fuerza hacia mí, necesitando meterme dentro de ella.

Y ella me dejó.

Ella no tenía otra opción. Esta era mi verdadera fantasía. Tenerla completamente a mi merced. Para tomarme mi tiempo con ella. Para atormentarla. Controlarla. Poseerla.

Con mis manos en sus rodillas, la empujé hacia adelante, atrayéndola por mi longitud, dejando un deseo brillante cubriéndome.

Se estremeció cuando empujé hasta que quedó sobre mi punta. Su coño se abrió, dándome la bienvenida para que la tomara más profundo. Me quedó sin aliento. No podía moverme cuando un orgasmo azotó en espiral por mis piernas y palpitó en mis bolas.

Sería tan fácil correrme. Demasiado fácil. Pero primero quería volvernos locos a los dos.

Permitiéndola caer hacia mí, gemí cuando su cuerpo envolvió el mío, resbaladizo y cálido.

Ella gimió cuando la acerqué más, encerrándonos juntos hasta que los huesos de mi cadera se hundieron en la parte interna de sus muslos. — ¿Sientes eso? Cada parte de mí está dentro de ti. —

Ella asintió. — Lo siento. —

— ¿Te gusta? —

— Me encanta. —

Empujé de nuevo, alejándola, haciendo una mueca por la frialdad que había dejado atrás después del sensual calor de su cuerpo. — ¿Me extrañas cuando no estoy dentro de ti? —

Su frente se frunció en concentración mientras la dejé balancearse hacia adelante, deslizándose por mi polla de nuevo. — Sí. —

— ¿Sueñas conmigo cuando duermo a tu lado? —

— Sí. —

— ¿Sobre qué sueñas? —

Se lamió los labios y se quedó sin aliento mientras empujaba y tiraba. Estando en pie aun, usé las enredaderas para follarla sin mover mis caderas.

— Yo... yo sueño con nuestra primera vez en Euphoria. La cueva y el fuego y la ventisca, y cómo dijiste que yo era tuya, incluso entonces. — 

— Tú naciste mía. — La follé lenta y tentadoramente.

— Los sé. —

Su movimiento aumentó a medida que empujaba y tiraba, viendo el show gráfico de mi cuerpo desapareciendo en el de ella, una y otra vez.

Nos perdimos en el tormento.

Nuestras respiraciones se volvieron superficiales con la necesidad de crecer rápidamente. Su piel se sonrojó cuando la empujé hasta la punta de mi polla, manteniéndola alejada. Sus piernas abiertas temblaban mientras solo quedaba una pequeña fracción de mí dentro de ella. — Sully... por favor. —

— ¿Por favor qué? —

— Por favor, tómame. Todo de mí. —

Tragué la posesión corriendo por mi sangre. — Ya lo tengo. En cada momento de nuestra vida juntos, te tengo. —

— Sabes a lo que me refiero. —

Forcé una sonrisa a través de la lujuria brumosa. — ¿Qué quieres decir, sucia esposa? —

— Me refiero a que me cojas. Duro. Quiero- —

Empuje profundo y rápido, callándola, dándole lo que pedía. Lo hice una y otra vez.

Usando las enredaderas y mi propio poder, me aseguré de que su cuerpo sintiera cada centímetro del mío en los próximos días.

— Sí. — Se inclinó en las enredaderas, sometiéndose a todo lo que le daba.

Ella se veía jodidamente increíble.

Tan confiada y cariñosa. Tan segura de mi afecto y compromiso con ella. Esa era la parte que más me deshacía.

La tenía completamente a mi merced, pero no necesitaba hacerlo porque su confianza me daba cada poder sobre ella. Al igual que mi confianza en ella era la cosa más sagrada y preciosa que jamás había dado.

Ella me había enseñado el significado de la palabra.

Ella me había liberado.

La follé más fuerte.

No pude evitarlo.

Mi amor se desbordó en violencia.

Eleanor siempre consumiría mis pensamientos.

Desde su porte real con su corona invisible hasta su degradada figura con los brazos abiertos sobre mi polla, amaba cada faceta de ella.

Se estremeció cuando de repente la empujé hacia adelante y la dejé ir, permitiendo que la gravedad la traspasara sobre mí, deslizándonos juntos en un feroz empalamiento.

— Oh, Dios mío… — Ella tragó saliva mientras todo su cuerpo se agrietaba de anhelo.

La brusquedad.

La tirantez.

Luché por permanecer de pie. Me abroché y me aferré a ella, inclinándome sobre su cuerpo tendido para capturar su boca.

Ella gimió en mi beso, su lengua tan ansiosa como la mía, sus labios dulces y suaves mientras que los míos atacaron los de ella con un control cada vez menor.

Mientras la besaba, mis caderas comenzaron a balancearse, follándola a la antigua, maldiciendo a las enredaderas mientras la mantenían ingrávida y alejándose de mis embestidas.

Gruñí en su boca y agarré sus pechos, manteniéndola en su lugar mientras tomaba un ritmo castigador para dominarla.

Nuestro beso se convirtió en mordiscos y jadeos.

Nuestra carne golpeando.

Nuestra lujuria evolucionando hasta convertirse en un amo feroz y salvaje.

Tenía la intención de prolongar esto. Quería que ella llorara y suplicara por una liberación, pero no podía esperar. Necesitaba precipitarme dentro de esta mujer. Necesitaba esa dulce conexión del después.

Besándola más fuerte, envolví mis brazos alrededor de ella y empuje lento, cortante y castigador dentro de ella.

Ella perdió la capacidad de devolverme el beso. Sus pechos rebotaron contra mi pecho. Las enredaderas se estremecieron con cada una de mis embestidas. Toda su atención se volvió hacia adentro mientras desencadenaba la reacción en cadena de su liberación.

Todos sus músculos se tensaron mientras la follaba.

Su boca se abrió de par en par y sus piernas se enderezaron mientras caía de reina coherente a un animal con un orgasmo apretado.

Y la seguí.

Me aparté y utilicé el movimiento de las enredaderas para añadir profundidad a mis embestidas. Empujando y tirando, empujando y follando, llenando cada centímetro de su interior para que se corriera.

Mi cabeza cayó hacia atrás con el primer chapoteo.

Mi vientre convulsionó y mis bolas se apretaron de placer que amenazó con romper mis piernas por la mitad.

La oscuridad descendió sobre mi visión, bloqueando la fantasía mientras me enfocaba por completo en Eleanor y el increíble vínculo que compartíamos.

Me limpió.

Eliminó quién había sido antes que ella.

Me sacudí mientras las réplicas seguían subiendo por mis piernas, parpadeando estrellas mientras miraba a mi esposa.

Su mirada gris humeaba de saciada satisfacción. Sus labios se inclinaron en una sonrisa perezosa. — Bienvenido de nuevo. — Su cuerpo colgaba cómodo y suelto en las enredaderas.

Hice una mueca mientras ella se retorcía, enviando otros fragmentos de felicidad por mi pene. — Me rompiste. —

Ella se rio suavemente, sus músculos internos una vez más me empujaron de manera deliciosa. — Creo que nos rompiste a los dos. —

— Quería que eso durara más. —

— No hay razón para que no lo haga. — Sus piernas lucharon por cerrarse, luchando contra las ataduras de las enredaderas. — Cinta aún no ha terminado con nosotros. —

Sonreí, mirando donde estábamos unidos, bebiendo la perfección de todo lo que había ganado al ganarme su amor.

— Tienes razón. Tenemos mucho tiempo para jugar. —

— Estamos de vacaciones, después de todo. — Ella sonrió.

— Cuando lo pones de esa manera... — Acercándola, la saqué del abrazo de las enredaderas. — Conozco el lugar perfecto como otro patio de recreo. —

Cayendo en mis brazos, Eleanor no se opuso cuando la recogí de la cubierta y me dirigí hacia la pequeña pasarela de bambú que conducía más profundamente a los árboles.

Esto era una ilusión. Bien fabricada y cuidadosamente codificada.

Un lugar de absoluta libertad.

Un país de las maravillas donde la realidad no era bienvenida, el sexo era increíble y cada momento con mi esposa era la máxima fantasía.

Y todavía no había terminado con ella.


***


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