El océano siempre había sido un lugar que lavaba mi mente, erradicaba la mierda que hacía y me bautizaba en el pecado que había elegido.
También era mi gimnasio personal, un ritual nocturno para nadar a la luz de la luna tan a menudo como escalaba las rocas resbaladizas de Nirvana antes de saltar desde la cima y caer en picado en las cataratas y hacía la piscina.
Me gustaba pensar que estaba en forma y fuerte. Sabía cómo impulsarme a través de las olas y la sal. Tenía afinidad con las criaturas con aletas debajo de mí y no tenía miedo de que algo pudiera morderme por invadir su dominio.
Yo pertenecía al mar.
Y por eso creí engreídamente que le ganaría al hombre que se había distraído cada vez más de nuestra conversación sobre la construcción de yates y los tratos comerciales en el momento en que apareció su Phantom.
Prácticamente había entrado en el océano completamente vestido, lo que indicaba el final de nuestras discusiones y su innegable necesidad de cambiar la costa por el mar.
Cal había sido el que nos desafió a una competencia. Quizá en broma, pero seguía siendo el instigador y la razón por la que Elder se había quitado la camisa, los pantalones para revelar un ajustado bañador negro y le había pasado sus pertenencias a Cal. — El primero en llegar al Phantom gana. —
— ¿Gana qué? — Crucé los brazos. — ¿Otro yate? —
— ¿Respeto? — Los labios de Prest se torcieron. — ¿Un pagaré, tal vez? Un favor para el futuro. —
No me gustaba la idea de deberle nada a nadie, ni siquiera a alguien que a regañadientes me había empezado a gustar mientras compartíamos unas cervezas y decíamos tonterías. Era distante y cauteloso, pero también rápido con el sarcasmo, lo que descubrí que imitaba mi propio amor por los duelos con la conversación.
Cal y yo lo habíamos convertido en un juego.
Elder lo convirtió en un desafío.
Así que, por supuesto, no iba a dejar que se metiera en el océano sin aceptar su reto actual. Me quité la camiseta, me puse los pantalones cortos y tiré mi teléfono celular y las llaves de Singa Laut en las manos de Cal. — Nos vemos allí, Cal. Trae a mi esposa. —
Cal puso los ojos en blanco. — Es el atardecer. —
— ¿Y que? —
— Es la hora de la cena para los tiburones. —
— Solo si nos atrapan. — sonreí.
— Solo si te atrapan, querrás decir. — Elder olfateó. — Estaré demasiado adelante para que se molesten. —
— El orgullo le precede a la caída, Prest. —
— Ya veremos. — Elder cambió la arena seca por olas que venían, desplegando su hombros en preparación.
Lo seguí, suspirando de placer cuando el mar me dio la bienvenida, lamiendo mis tobillos — Nos vemos pronto, Cal. —
De pie junto al hombre que había admitido que estaba bien entrenado en artes marciales e incluso que tocaba el violonchelo, dos cosas que había adivinado sobre él en Calypso, Prest levantó la barbilla con arrogancia. — Te lo advierto, Sinclair. Nado todas las noches alrededor de Phantom. —
— Nado todas las noches alrededor de Batari. —
Su mano se levantó. — En ese caso, que gane el mejor hombre.—
— Te vas a comer mis burbujas, Prest. — Le di la mano antes de soltar nuestro agarre y dando zancadas en el agua.
Él me siguió, nuestra velocidad aumentaba a medida que nos volvíamos más competitivos. Nos sumergimos al mismo tiempo, tragados por el mar que ambos amábamos, y el resto fue borroso cuando atravesamos la cálida sal y nos dirigimos hacia la imponente ciudad flotante a un kilómetro de distancia.
Los pensamientos en mi cabeza se desvanecieron.
Mi cuerpo se hizo dueño de mi mente, cayendo en una meditación de brazada, brazada, respiración. Patada, patada, empuje.
No me molesté en mirar dónde estaba Elder. No perdí tiempo ni energía preocupándome si ganaría. Me puse a la tarea de seguir adelante y me impulsé lo más rápido que pude.
En algún punto, el rugido de un bote pasó a nuestro lado, dejando una estela y la roca de las olas desplazadas.
Lo más probable es que fuera Cal, llevando a Eleanor, Jess y Tasmin.
No me detuve
Ese bastardo me había ganado gracias a un motor y una máquina, pero yo ganaría contra el otro bastardo que nadaba a mi lado.
Cuanto más nos alejábamos de la orilla, más oscuro se volvía. El arrecife negro debajo de nosotros y cielos ennegrecidos arriba.
Ningún sonido aparte de las salpicaduras sistemáticas y el chirrido de mis pulmones mientras exhalaba e inhalaba en movimientos alternos.
Estaba acostumbrado a nadar largas distancias alrededor de mi isla. Disfrutaba del ardor láctico y el desafío de esforzarme más allá de mis habilidades, mejorando mi resistencia con cada ronda, así que cuando comenzó el dolor en mis piernas, todavía débiles en algunos lugares por las cicatrices del arpón y los huesos rotos, ignoré la necesidad de mi cuerpo de reducir la velocidad y agregué más poder.
Las luces parpadearon delante, agrupadas en el océano desde el mega yate.
El tramo final fue tanto el más fácil como el más difícil, el más fácil porque llegué a un estado en el que la quemadura se volvió intrascendente, y el más difícil porque esa misma quemadura hizo que mis piernas se sintieran pesadas y que mis pulmones pidieran una mejor respiración.
Al ver la plataforma que se había bajado en la parte trasera para nuestra llegada y la lancha rápida amarrada que Cal había conducido, cambié un poco mi dirección y seguí el resto del camino hasta la línea de meta.
Una ronda de aplausos y gritos sonó cuando mi mano golpeó la plataforma, arrastrándome desde las profundidades hacia el costoso yate de Prest.
A mi lado, Elder se lanzó desde el mar al mismo tiempo, poniéndose de pie en un salto a microsegundos de mi propia posición.
Nos miramos. Goteando mojados, pechos agitados.
Fruncimos el ceño.
¿Quién diablos ganó?
— Es un empate. — murmuró Cal. — Photo finish. Necesitaríamos una cinta de video y repetición para saber quién llegó primero. —
— Mierda. — Pasé una mano por mi cabello empapado. — Eso es simplemente enervante. —
— No esperaba tener que trabajar tan duro. — Prest se secó la cara. — No estabas mintiendo cuando dijiste que nadas mucho. —
— Lástima que no te mordió un tiburón, ya que estabas detrás.— sonreí.
— Si alguien iba a ser comido, eras tú. — Prest jadeó, aceptando una toalla que le pasó uno de sus tripulantes. — Tú eras el que chapoteaba como una foca moribunda. —
— Mal perdedor, ¿huh? —
Una chica con un uniforme elegante me pasó una toalla. La acepté asintiendo y me la pasé por el pecho y los brazos. — Independientemente de mi técnica, todavía te pateé el trasero.—
— Tal vez te deje ganar. —
— Tal vez sentí pena por ti y disminuí la velocidad. —
Él rio. — ¿Revancha? —
Entrecerré los ojos, juzgando la longitud de su yate. Un par de vueltas alrededor del casco aseguraría que ambos termináramos jodidamente exhaustos.
— Tal vez en otro momento. — Eleanor vino a unirse a mí, besando mi mejilla con una sonrisa. — Si fuera por mí, tú ganaste. —
Tasmin fue hacía Prest. — Pero si fuera por mí, tu ganaste. —
Tipicas mujeres, trabajando con nuestro orgullo para distraernos de otro desafío.
Prest me miró con la misma sospecha que yo tenía, solo fue una competencia amistosa, pero ¿quién había ganado?
Cal se interpuso entre nosotros, agitando una toalla blanca como una bandera de rendición. — Dense la mano y acepten el empate, caballeros. —
Apreté los dientes.
Prest hizo una pausa.
La idea de una revancha aún flotaba entre nosotros.
— Sully... — Eleanor apretó mi cintura.
— El. — Tasmin hizo lo mismo con Prest, revelando quién estaba a cargo incluso cuando pretendíamos que era diferente.
— Bien. — Suspiré y extendí mi mano.
Prest se movió al mismo tiempo. Estrechamos nuestras manos una vez antes de soltarnos. — Buena carrera. — Él asintió, frotándose el cabello mojado con la toalla.
— Igualmente. — Asentí de vuelta.
— Al menos nadie fue comido. — Jess se rio. — No se perdieron extremidades. —
— ¿Eh, señor? —
Un capitán apareció en la cubierta superior, los botones de bronce de su uniforme brillando gracias a las linternas que colgaban de las barandillas traseras. — Si desea llegar a sus compromisos a tiempo, tenemos que irnos. —
— Está bien, Jolfer. Gracias. — Elder le devolvió la toalla a un miembro del personal antes de guiar a Tasmin hasta el pie de las escaleras. Tomando su mano, se volvió hacia nosotros. —Espero que disfruten de sus nuevas adquisiciones, señor y señora Sinclair. — Le sonrió a Eleanor antes de mirarme. — Si tienes algún problema con el Thimble, el cual ya se desmarco en Rapture según mi equipo, solo envíame un correo electrónico. —
Eleanor sonrió y se acercó a Tasmin, dándole un suave abrazo. — Adiós y felicidades de antemano por tu boda. —
Prest se puso rígido, su rostro nublado como si esa noticia fuera privada.
Tasmin permaneció congelada en el abrazo de Eleanor, su conmoción insinuando nuevamente su pasado. — Gracias por la bebida. —
— De nada. — Eleonor se apartó. — Cuando quieras. —
Aclarándome la garganta, esperé a que volviera a mi lado.
Jess se adelantó y también abrazó a Tasmin, las dos mujeres susurrando algo que hizo que la frente de Cal se arrugara con curiosidad.
¿De qué diablos habían hablado todas en la playa para tener este nivel de amistad ya? Obviamente temas más profundos que los que Cal y yo discutimos con Prest mientras compartíamos una cerveza o dos.
— Mantente en contacto. — Jess se alejó, yendo al lado de Cal. — Y les deseo lo mejor, con todo. —
— Gracias. — Tasmin asintió, su cabello castaño bailando un poco en una brisa repentina del océano.
El capitán de Elder esperó mientras mi familia y yo saltábamos a Singa Laut y zarpábamos. Una vez que ya no estuvimos atados al Phantom, él se despidió con la mano y desapareció dentro de la cabina de mando. El suave ronroneo de costosos motores sonó mientras se preparaba para arrancar.
Prest levantó el brazo cuando encendí mi propio motor. —Encantado de conocerte, Sinclair. Me gusto tu negocio. —
— Aprecio tu arte en barcos. — Agregué potencia al acelerador. — Estaré en contacto después de nuestro viaje inaugural a Tahití. Te dejaré saber cómo nos va viajando en Calypso. —
— Hazlo. — Él sonrió. — Podrías cambiar la tierra por el mar porque lo disfrutaras mucho. —
— Lo dudo. — Señalé las linternas parpadeantes y la luz de las estrellas que iluminaban Goddess Isles. — Me gustan demasiado las palmeras y las cascadas. —
— Podría instalarlas a bordo. — Prest se encogió de hombros. — Todo es posible. —
Me reí. — Imitaciones. —
— Mejoras. — Pasó su brazo alrededor del hombro de Tasmin. — Adiós, Sinclair. —
— ¡Adiós! — Eleanor y Jess se despidieron con la mano cuando giré el timón y dejé un hogar náutico por uno en nuestra isla.
* * *
Esa noche, con Eleanor profundamente dormida a mi lado, Pika dormitando en la sábana entre mis piernas, Skittles acurrucada en el hermoso cabello de Eleanor, un dragón de Komodo durmiendo junto a las puertas abiertas de la cubierta y el planeador del azúcar residente parpadeando con felicidad nocturna, cifraba una fantasía.
Usé el código que había diseñado para codificar los animales comunes debajo del mar, junto con algunos míticos. Conjuré magia para mi esposa y la sazoné con libertinaje.
Mañana por la noche, mientras navegáramos en Calypso y viajáramos en mar abierto, nos cargaría en una ilusión que garantizaría una visita a Euphoria que nunca olvidaríamos.
***
No hay comentarios:
Publicar un comentario