Había múltiples versiones del infierno.
La mayoría estaban llenas de cliché y nada más que una molestia y sobre dramatizada. El tema de la conversación para aspirar a su atención. Sin embargo, algunas versiones justificaban el nombre.
Una versión visitada por un breve momento, destrozaba una vida, y dejaba las ruinas para quien fuera lo suficientemente valiente como para recoger las piezas sangrientas. Otra versión aparecía especialmente para los bastardos, entregando compensación por las atrocidades que hubieran cometido. Un tercero actuaba como un huracán, trayendo la destrucción a todos aquellos en su camino, merecedores o no.
Y luego, estaba esto.
La forma mentirosa y engañosa del Infierno, donde cada contracción, cada vocal tenía que ser cuidadosamente escogida y meticulosamente entregada, porque si no se daba con cuidado, la muerte no era el peor castigo disponible.
Yo estaba en ese infierno.
Había entrado de buen grado en una guarida de demonios, ¿y para qué?
¿Por qué carajo estoy aquí?
La respuesta colgaba como un gusano dentro de mi mente. Pero si había un gusano dentro de mis pensamientos eso significaba que el núcleo dentro mí era malo. Una manzana podrida lentamente devorada por la suciedad.
Y eso era.
Durante muchos años eso fue exactamente lo que fui. Pero ya no más.
Donde el gusano había tunelizado a través de mi humanidad y rectitud, algo más había llenado los agujeros. Algo sediento de poder, aunque ya tenía montones.
Algo que anhelaba la riqueza, aunque ya tenía océanos. Algo que exigía que nunca olvidara quién era yo al principio.
Y quien yo era al principio no era un ciudadano valioso. Yo era sombras y sangre y gritos. Había perdido mi honor, mi familia, todo lo que me hacía humano.
Perder todo significaba que cuando yo había ganado todo, la suerte que me daba no hacía la oscuridad dentro de mí mejor ... la empeoraba.
La empeoraba demasiado.
No es que mi nuevo anfitrión lo supiera.
Mis labios temblaron cuando salí de mi coche y asentí a Selix. “No necesitaré tus servicios esta noche.”
Mi guardaespaldas, el conductor y el siervo entornó su mirada. Su pelo oscuro en un bollo en la parte superior de su cabeza absorbía la luz de la tarde, su mandíbula limpia y afilada. “¿Estás seguro? Sabes lo que es este hombre. Hiciste la investigación. Yo te aconsejaría repensar la”
“Te aconsejo que dejes de tratar de darme consejos.”
Nos habíamos conocido en los días antes de que yo fuera alguien. Un enemigo que luchaba por los mismos problemas que yo tenía. Cuando mi suerte había cambiado, lo había sacado de la cuneta conmigo.
Después de todo, no había mejor persona para emplear que un enemigo.
Si yo pudiera comprar su lealtad y ganar su amistad después de que tratamos de matarnos el uno al otro, nada podría separarnos. Habíamos construido una fundación sobre algo mucho más fuerte que la luz y la felicidad. Fuimos forjados de la misma forma despreciable.
Hay debilidad en eso, así como fortaleza.
Y por eso, no dejaría de recordarle que podía confiar en él con mi vida, pero él no era mi conciencia. No antes, no ahora, nunca.
Dudo que tenga una conciencia.
Según mi herencia, yo no era nadie. No digno de ser llamado un hombre.
Estoy bien con eso.
Selix juntó los labios. “Estaré alrededor de la manzana si me necesitas.”
Apuntando mi botón de blazer, asentí. “Sabrás si lo hago.” Dejándolo, caminé hacia la puerta principal de la gran mansión blanca.
Blanco.
Me burlé.
La mentira más grande de todas.
Le daba al visitante la impresión de inocencia y pureza. Pero lo contrario era cierto. El blanco era un color con múltiples caras. Mentía sobre su identidad, ocultando su pigmento mientras sofocaba a otros. El pensamiento en blanco final antes de la muerte.
Mi nuevo anfitrión creía que yo era lo que dije que era. Si me hubiera investigado como lo había hecho yo con él, no sabría nada cierto sobre mí. Sólo las migajas cuidadosamente colocadas de conocimiento sin valor.
No sabría sobre mis antecedentes.
No sabría sobre mis habilidades.
Y él no sabría mi agenda final.
Pero pronto, lo haría.
Y entonces, mi tarea en el infierno sería completada.
***
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