Navegar dentro de aguas francesas me llenó del odio habitual hacia la humanidad. Las columnas de población que nublaban el aire, el zumbido eléctrico que era tangible de tantos cuerpos en un solo lugar. El encarcelamiento de animales y la carnicería de cadáveres que terminaban envueltos en plástico listos para un plato.
No era fanático de las ciudades y dudaba que eso cambiara alguna vez, pero estaba aquí porque mi familia me lo había pedido. Sofocaría mis quejas y haría lo que fuera necesario para asegurarme de que Jess y Cal fueran tan felices como Jinx y yo.
También había accedido a llevar a Eleanor a hacer turismo. Ignoraría mi disgusto por la gente y haría cosas turísticas hasta que ambos nos rompiéramos y necesitáramos espacio. Al menos no nos quedaríamos a pasar la noche. Regresaríamos a Calypso y podríamos respirar lejos de la sociedad.
En cuanto a la idea comercial de entregar Calypso a Rapture para que se usara en el asesoramiento matrimonial, ahora se había descartado. Todos habíamos disfrutado demasiado de nuestro viaje como para renunciar a el.
Calypso era nuestra.
Por lo tanto, Elder Prest había recibido dos ordenes adicionales la semana pasada. Uno, otro yate, más pequeño que Calypso pero igual de lujoso para el floreciente negocio en Rapture, y dos, una embarcación más moderna y sexy para la rama de nuestro negocio de la realidad virtual sobre la cual Cal había bromeado.
Hace un tiempo ofrecí servicios a bastardos ricos que habían desatado sus turbios deseos pagando por diosas drogadas con elixir. Mi esposa había desmantelado esa empresa ilegal y conjurado un negocio de gran éxito que ayudaba a las parejas rotas a encontrar el camino de regreso.
Ahora, era el momento de desviar algo de dinero a la generación más joven. Los veinteañeros juguetones, coquetos y francamente sucios que querían jugar antes de ajustarse a las reglas de la sociedad.
Euforia les daría algo más que una fantasía sexual; les abriría los ojos a una vida que no necesitaba ser mundana y tonta. Podrían follar y acariciar a completos extraños, disfrutar de cada deseo perverso y húmedo que alguna vez habían tenido, y no temer por su privacidad o ser juzgados.
Eleanor ya había comenzado a diseñar las suites y las áreas del bar en las que nuestros invitados se mezclarían, y habíamos pasado una noche muy agradable la semana pasada codificando algunas fantasías eróticas que hicieron que incluso mi pervertida esposa se sonrojara.
Anoche, Prest había enviado los esquemas basados en nuestras solicitudes, sugiriendo una nave llamada Idyllic. Junto con algunas enmiendas para los puntos de anclaje del arnés sexual, las salas de juegos de Euphoria y espacios lo suficientemente grandes para todo tipo de placeres, hicimos el pedido.
En un año, tendríamos otra rama de nuestro imperio de realidad virtual, y Jinx y yo felizmente probaríamos las fantasías que ofreceríamos.
Apoyado en la balaustrada, dejé que mi mente pasara de los negocios futuros a lo que implicaba hoy.
Jess y Cal habían organizado una reunión con Q y su esposa, Tess. Íbamos a reunirnos con ellos en Moineau Holdings esta mañana. Quería traer a Radcliffe y un equipo de seguridad, pero Cal había prohibido esa idea, no quería asustar a Q cuando esa era precisamente mi intención.
Se lo debía por el correo electrónico de mierda que me había enviado, amenazándome con matarme.
Mis manos se curvaron.
Hoy será... interesante.
Supe más sobre el entrometido francés gracias a que Cal descubrió el nombre de empresa de Q. Mientras Jinx dormía a mi lado, investigué a fondo al bastardo.
Me enteré de que incursionaba en la construcción de edificios y, en el papel, tenía a todos los policías y políticos adulándolo gracias a su filantropía y buenas obras a la comunidad.
Los tenía completamente engañados.
Si no hubiera tenido el placer de recibir sus amenazas, también me habría engañado. Sin embargo, sabía el tipo de hombre que era debajo de esa personalidad especialmente cultivada. Lo conocía mejor de lo que probablemente debería porque, desafortunadamente, parecía que éramos bastante similares.
No podía mentir y decir que estaba deseando que tuviéramos esta reunión. De hecho, les había preguntado a Cal y Jess si preferirían ir solos. Tener una reunión privada sobre su potencial de adopción sin que nosotros arruináramos sus posibilidades.
Sin embargo, Cal me llevo a un lado y me preguntó si podría estar allí. No solo por seguridad, porque a pesar de que me había prohibido traer a Radcliffe, desconfiaba tanto como yo y no tenía intención de encontrarse con Q en su propio territorio sin algunas medidas de seguridad, sino también como su amigo.
No vino y me lo dijo, pero nos necesitaba a mí y a Eleanor, en caso de que la reunión no resultara bien. En caso de que Q decidiera, por la maldita razón que fuera, que no le gustaban y los dejaba con sueños destrozados para ser arreglados.
Por supuesto, no dejaría que Q les dijera que no.
Lo que mis amigos querían, lo tendrían. Eran las mejores personas que conocía. Y de ninguna maldita manera dejaría que un bastardo francés se interpusiera en su camino.
A pesar de mis reservas sobre la reunión, Eleanor estaba llena de anticipación. Después de todo, ella tenía sus propios motivos ocultos. Hace un tiempo, ella había conocido a la esposa de Q mientras estaba sentada en una celda, esperando a que los traficantes las lavaran, tatuaran y vendieran.
Su encuentro había sido breve, pero habían dejado una impresión la una en la otra, y sus ojos se iluminaron al pensar en volver a verla. De ver su felicidad de estar casada con un lobo con piel de cordero. De presumir su propia felicidad estando casada con un monstruo disfrazado de científico.
Ya podía decir que sería un largo día entre temidos humanos.
Pero si salía bien, habría otra persona navegando a casa con nosotros.
Alguien pequeño e inseguro.
Alguien que se convertiría en parte de nuestra familia en Goddess Isles.
Pika revoloteó hasta mi hombro, cantando hacia el ocupado puerto.
Sonreí, rompiendo mi temperamento. — No podemos llevarte con nosotros, Pika. Estúpidas reglas de inmigración. —
Él graznó.
— Lo sé. Apesta. Estoy seguro de que hubieras disfrutado de un croissant de alguna panadería francesa saturada de colesterol. —
— Conozco a alguien más a quien le gustaría eso, — dijo Eleanor en voz baja, llegando a mi lado luciendo un vestido carmesí que resaltaba su cabello color chocolate y sus hermosos ojos ahumados. Skittles estaba sentada en su hombro, un foco de color verde brillante.
Me quedé helado.
Joder, ella estaba impresionante.
Memorice el momento.
Fui hacia ella y sostuve la mano de la mujer que había derrocado mi dinastía, venido a rescatarme a las puertas de la muerte y hecho que cada momento de mi vigilia fuera sublime.
Sin ella, yo no era nada.
Con ella, todos mis sueños se habían hecho realidad. Incluyendo los oscuros, los pecaminosos y los que aún teníamos que codificar en Euphoria.
Tirando de ella para besarla, saboreé el melón en su lengua y olí el sol en su cabello. — ¿Te he dicho hoy que te amo? —
— Nop. — Ella me devolvió el beso, su lengua lenta y sensual. — Pero si lo haces, dejaré que me cautives más tarde. —
Sonreí contra su boca. — Cautivarte, ¿huh? Eso suena como una palabra que podría usar un ladrón de caminos escocés. — Mordisqueé mi camino a lo largo de su mandíbula, lamiendo su oreja. — Podría ser persuadido para disfrutar de otra fantasía de la era jacobita. —
— ¿Mancharías mi honor para casarme con un señor de las tierras altas? —
— Absoluta-maldita-mente. —
Ella se rio, su mano deslizándose por la parte delantera de mi traje color carbón. Había cambiado el atuendo marinero casual por una de mis viejas prendas de negocios. Los trajes eran armaduras, y yo iba a la batalla contra Q completamente armado.
— En ese caso, con mucho gusto dejaré que me cautives, sucio y lujurioso ladrón. —
— Vividor, si no te importa. —
Se rio de nuevo mientras nos besábamos, despidiendo a Pika y Skittles hasta que se fueron volando alrededor de nuestras cabezas.
Su rostro cayó por un segundo mientras entrecerraba los ojos hacia otro barco mientras que flotaba hacia el puerto.
Conocía esa mirada.
Ella está preocupada por algo.
— ¿Qué pasa? — Acune su mejilla, atrayendo su atención de nuevo hacia mí.
Ella resopló. — Vas a pensar que estoy siendo estúpida. —
— Nunca. — La besé. — Molesta, exigente, lasciva y completamente y jodidamente asombrosa, pero nunca estúpida. —
Ella puso los ojos en blanco. — Que romántico. —
— ¿Vas a decirme por qué estás mirando con el ceño fruncido a ese otro barco? —
— Estoy preocupada por Rapture y ese idiota pirata en el Paradigm Purga. —
— Te lo dije. — Fruncí el ceño. — Hemos agregado medidas de seguridad. No conseguirá acercarse a Rapture sin ser eliminado. —
— Sí, pero ¿y si roba a alguien? —
— No lo hará. —
— Pero, ¿y si lo hace? —
Suspiré. — Entonces cazaremos al bastardo y la liberaremos.—
Eleonor se encorvó. — Tengo la sensación de que va a causar problemas. —
Pasando mis manos por su hermoso cabello, murmuré, — O podría simplemente navegar lejos y desaparecer. —
— Eso es lo que temo. Que él desaparecerá con una mujer arrebatada de Rapture. —
— Si de alguna manera logra sobrepasar nuestra seguridad y milagrosamente roba una esposa luchando por su matrimonio, entonces… — Me encogí de hombros. — Tal vez, está destinado a ser. Tal vez, ella será la que lo cambie... al igual que tú fuiste la que me cambió a mí. Tal vez, es el destino trabajando en su forma enrevesada, al igual que funcionó con nosotros. — Incliné la cabeza, capturando su boca. — Estás olvidando cómo nos conocimos, Jinx. Si alguien me hubiera impedido robarte... No sé cómo habría sobrevivido. Tú eres la razón por la que soy feliz. La única maldita razón. —
Se balanceó hacia mí, separó los labios y me devolvió el beso. — Mantengo lo que dije hace unos años... después de que te di el elixir y finalmente me permitiste entrar en tu corazón. —
— ¿Oh? ¿Qué dijiste? — Traté de recordar, pero todo lo que podía recordar era caer enamorado locamente, estar jodidamente aterrorizado y encontrarme cara a cara con el conocimiento de que toda mi existencia acababa de cambiar, todo gracias a ella.
Ella sonrió y mordió mi labio inferior. — Dije que te había roto. No estaba acostumbrada a verte sonreír después de tu ceño fruncido. Escuchar que te preocupabas por mí fue... mágico. Tu cambio de opinión fue una clara indicación de que te había roto. — Ella se rio.
Mi corazón saltó. — Ah, sí. Y creo que dije, que me alegraba que me hubieras roto. — La besé de nuevo. — Porque yo era un cabrón y me habías vuelto mejor. —
Se rio suavemente cuando mi lengua trazó sus labios. — Te amo Sully. —
— Lo sé. — Nuestro beso se volvió profundo y sucio. La balanceé contra la balaustrada, apretando mis caderas contra las suyas, mostrándole que me había puesto duro, haciendo rápidamente los cálculos para ver si teníamos tiempo para follar antes de esta espantosa excursión a la ciudad.
— Si ustedes dos dejan de manosearse durante cinco jodidos minutos, es hora, — murmuró Cal, viniendo hacia nosotros desde el salón, sus labios se torcieron en una sonrisa cuando dejé de besar a mi esposa y parpadeé para detener el trance sexual en el que ella me había puesto.
Él lucia estresado, con una postura rígida y una dolorosa esperanza en sus ojos verdes.
Jess se rio a su lado, igualando su tensión por su próxima reunión, observando el cabello de Eleanor y el evidente calor en su mirada gris. — Ya te iba a preguntar si estabas listo para ir a conocer a Q y a Tess. — Se alisó el vestido azul marino y agarró nerviosamente el pequeño bolso en sus manos. — Pero creo que tus pensamientos están más en un dormitorio que en una sala de juntas. —
Eleonor sonrió. — La gratificación retrasada solo aumenta el placer. —
Jess asintió. — No se ha dicho cosa más cierta. —
— Sabes... — Miré a Cal. — Impresionas a ese bastardo francés hoy y te vas con un bebé en brazos, ahí va tu vida sexual. —
Cal me dio un puñetazo en el brazo, haciendo todo lo posible para deshacerse de su estrés. — Eso es lo que es tan bueno de tu mundo de realidad virtual, Sinclair. Podemos ser padres en el mundo real, pero en el reino de la fantasía… — Se encogió de hombros con una sonrisa. — Todavía puedo seducir a mi esposa. —
— Tendremos que codificarte algo como un 'regalo de bienvenida a la paternidad', — dijo Eleanor, con los ojos iluminados. — ¿Cuál es tu máxima fantasía, Cal? — Su atención se centró en Jess. — ¿Jess? ¿el deseo más profundo? ¿Te importa compartir? Sully lo cifrará. —
— No he bebido suficiente alcohol para responder a esa pregunta, — murmuró Cal.
Tosí. — Y yo definitivamente no necesito escucharlo. Cal sabe como codificar. ¿Quiere darse un capricho? Depende de él programarlo. —
— Sí, y conociendo mi suerte, lo cargarás en el sistema una noche y robarás todas mis ideas. — Cal puso los ojos en blanco.
— Si lo cargas en la aplicación compartida, lo que es justo, es justo. — Me reí.
Jess miró la hora en su teléfono. — Eh… mejor nos vamos. Moriré si llegamos tarde. —
— Bien. — Puse los ojos en blanco, asintiendo con la cabeza al miembro del personal que estaba listo para llevarnos a la orilla. — Cuanto antes nos reunamos con el bastardo, antes estaremos de vuelta aquí. —
— Y lo más pronto posible, podremos tener un hijo o una hija,— susurró Jess sin aliento.
Eleonor se acercó a ella. — Estoy tan emocionada por ti. —
Cal las abrazó a ambas.
Dos cacatúas revoloteaban a su alrededor.
Y capture la perfección en que se había convertido mi vida, sabiendo que no importaba cuántos días pasara en este planeta, nunca daría uno solo de ellos por sentado.
Esta era mi familia.
Confiaba en ellos. Los amaba. Estaba increíblemente feliz gracias a ellos.
Esperé hasta que Cal tomó la mano de Jess y la acompañó hacia la pequeña lancha rápida que nos llevaría a Francia. Agarrando la muñeca de Eleanor, la capturé, manteniéndola conmigo, solo por otro momento.
Disfrutando de la luz del sol de la mañana parisina, absorbiendo su belleza, dejé caer mi boca sobre la de ella.
— Te amo, Jinx. —
Ella sonrió debajo de mis labios. — Lo sé. —
Nuestro beso una vez más evolucionó a algo allá de ser inocente. La quería. No quería compartirla en una gran ciudad.
— ¿Vienen o qué? — Cal gritó.
Eleonor se rio.
Suspiré. — Supongo que es mejor que vayamos. —
— Vamos juntos. Volvemos a casa juntos. Y luego... entraremos a Euforia juntos y a jugar. —
— Y de alguna manera, simplemente me acabo de enamorar aún más de ti. —
— Es una maldición. — Eleanor me besó de nuevo.
— Es una condición de por vida. — Apreté sus dedos.
— Por siempre. — Besó mis nudillos antes de tirar de mí hacia la lancha que nos llevaría a Q, Tess y otra aventura más.
Una aventura ambientada en el mundo real, embellecida por nuestras fantasías, y lo disfrutaba con cada latido.
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