Cuatro horas y media era mucho tiempo para estar atrapada en el asiento delantero de una camioneta con el hedor a descomposición en cada respiración.
No podía dormir
No podía relajarme.
No podía dejar de pensar en los hombres moviéndose y descartados detrás de nosotros.
Elder tampoco dormía, a pesar de que su nariz goteaba constantemente sangre y gemía con cada golpe o bache.
Selix ya había llamado al Phantom para asegurarse de que la tripulación estuviera a salvo, que no hubiera más infiltrados acechando a bordo y para prepararse para zarpar en el momento en que llegáramos.
Elder habló con Jolfer y planeó la ruta de salida, pero solo después de haberle informado a Michaels de la larga lista de heridas y lesiones que ahora necesitaba que su cirujano de a bordo reparara.
No tenía ninguna duda de que Michaels ya lo estaba maldiciendo.
Una vez que se hicieron las llamadas y el Phantom estaba listo para partir en el momento en que conducíamos hacia su centro, todos nos instalamos en un agradable silencio.
No teníamos energía para hablar y no teníamos ganas de repetir lo que habíamos visto y hecho en los últimos días.
Lo único que nos interesaba era saltar por caminos empedrados y mirar vacas blancas y negras mientras conducíamos nuestro coche fúnebre improvisado por el campo francés.
Cuando la vida rural dio paso a la vida de la ciudad y cambiamos de carril por las principales autopistas arteriales, nos fusionamos con la hora pico de la tarde, mientras hombres y mujeres, hambrientos y con los ojos borrosos de trabajar todo el día, volvían a casa con sus seres queridos.
Sin que ellos lo supieran, estaban sentados en el tráfico con veintiún Chinmoku muertos, una esclava salvada, un amigo que guardaba secretos y un ladrón que había robado suficiente dinero para convertirse en casi multimillonario.
Éramos un grupo extraño con una moral y una brújula extrañas, pero Elder y Selix eran dos de los mejores seres humanos que conocía.
Incluso si la sangre manchaba sus manos.
Eso no importaba.
Nunca lo haría.
Porque estaba enamorada de Elder.
Y la sangre también manchaba mis manos.
***
Me encanta esta historia, gracias !!!!!
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